Diario de viaje a La
Plata. Cómo se vivió el ascenso del Verdinegro en uno de los colectivos que
hizo las dieciséis horas para ver Gimnasia – San Martín. La vuelta soñada a la
elite.
Texto, fotos y videos: Pablo Zama
La plaza Juan Jufré
aparece expectante en una fría tarde de miércoles 29 de junio que pretende
quedar en la historia. Es la plaza de la gesta más importante de estas lides,
adonde Jufré le dio vida a este San Juan de la Frontera en 1562. Las camisetas
verdinegras se dan cita en la esquina que da frente a la parroquia de Concepción.
Corre un viento helado en El Pueblo Viejo, y hay nervios en ese puñado de
hinchas de San Martín que van subiendo a un colectivo de la empresa 20 de Junio
con toda la esperanza a cuestas. Uno de los 17 colectivos que partirán rumbo a
La Plata llenos de ilusión. En la mente: aquel grito sagrado de Tonelotto el
sábado 16 de junio de 2007 es casi una estampita que el recuerdo guarda para
implorar por nuevas victorias. El Verdinegro está a un paso de hacer historia
otra vez, la piel se eriza cuando ese bondi, faltando tres minutos para las
siete de la tarde de ese miércoles fresco se pone en marcha y el aplauso es
generalizado. Afuera una mujer le dio un abrazo de despedida a su hijo: Buen viaje, vuelvan con la Primera.
Es el recorrido al cielo tal vez, la búsqueda de algún cimbronazo que llene de
alegría a las calles sanjuaninas. Ellos también sienten que van a cumplir con
la última batalla para volver con la gloria. Son unos cincuenta hombres que
componen esos dos mil hinchas que harán la travesía desde San Juan hacia la
ciudad de las diagonales en dieciséis horas de viaje, por amor a una camiseta
que es la del barrio, la de su tierra, que quiere volver a codearse con los
grandes de la Argentina.
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Empiezan los cánticos, y
el hit que dice que de la mano
del Mellizo se van a la B es
el alarido que se escucha desde el colectivo que ya toma la ruta cuando el sol
empieza a esconderse. Algunos saltan como si estuvieran en la tribuna. Un
retazo del mundo sanjuanino va en ese colectivo. Juan José Balmaceda y su hijo
se colocan en el piso de abajo del vehículo, los dos son silenciosos y llevan
en sus ojos una mirada que parece pesarles cada vez más con el paso del tiempo.
Son el esposo y el hijo de María Rosa Pacheco, la psicóloga desaparecida en
1996 y de quién años más tarde se supo que fue asesinada, pero nadie pudo
establecer la verdad de su crimen. Tampoco nadie en la justicia estableció los
nombres de los asesinos, que tal vez el jueves también festejen el gol de
Penco. Es el frío el que se cuela por entre las vísceras del recuerdo. Pero hoy
esos dos hombres de mirada huidiza van en busca de algo de paz que les pueda
dar el ascenso a Primera del club de sus amores. En otro extremo, viajan los
sobrinos del presidente de San Martín, Jorge Miadosqui, todos hijos de
empresarios. Más adelante en el bondi van sentadas algunas personas que dicen
que faltaron a sus trabajos para poder ir a La Plata. Y casi al medio del
colectivo canta las canciones verdinegras el actor de teatro Emiliano Voiro.
Sportivo Desamparados
subió a la Primera B Nacional el domingo y eso le mete presión a los
verdinegros que también quieren desbordar la plaza 25 de Mayo concluyendo con
una semana inigualable para el fútbol sanjuanino. En el ingreso a Villa
Mercedes, a la una de la mañana, dos camionetas policiales escoltan el paso del
colectivo hasta que llegan a una estación de servicio, la misma en la que
pararon para abastecerse de alimentos y bebidas en el 2007 cuando viajaron a La
Bombonera. La ruta trae infinitos recuerdos de Primera.
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A las nueve de la mañana
del jueves 30 de junio, el bondi frena en Moreno, ya es Baires. Juan Carlos
Alaniz es un hombre de casi cuarenta años, la camiseta verdinegra aparece
arriba de su buzo. El hombre asegura que a esa hora ya tiene una corazonada, no lo veo al Verde
en la B otra vez, creo que si jugamos como en San Juan, ascendemos. A la
derecha del micro, un taxi bonaerense viaja con la inscripción de una marca en
la parte posterior: Onda verde,
muy parecido al título que uso Diario La Nación en la tercera fecha del
Apertura 2007 para describir a la popular visitante de La Bombonera. Un cartel
a la vera del camino destaca: “Estás a 43 kilómetros del Estadio Único,
techado, con 182 palcos”. El viernes juega la Selección con Messi. El bondi
sanjuanino va buscando el estadio del Bosque.
A las diez y doce, el
colectivo sale de Moreno y en el camino va topándose con hinchas del Lobo que
intercambian señas con los sanjuaninos. Es el ingreso a La Plata. Un mensaje de
texto cae en la bandeja de entrada de un celular: Acá en San Juan el día está igual
que el del ascenso ante Huracán. El bondi frena en el control policial de
ingreso a la ciudad en la que nació la presidente Cristina Fernández de
Kirchner. Pablo Vargas se ilusiona con el gol del ascenso y dice que Penco tiene que jugar como lo hizo
en San Juan. Emanuel, hermano de Pablo, cansado por los más de mil
kilómetros recorridos, advierte: De
este partido nos tenemos que ir contentos, sino el viaje va a ser muy largo.
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Todavía no es el
mediodía y ya suena el hit vamos
a volver y los pibes saltan
como si estuvieran en la tribuna, el colectivo se mueve y el gusto a ascenso se
desperdiga por todo el pasillo. Desde afuera algunos aplauden, son hinchas de
Estudiantes. Uno a uno, caras ilusionadas como si fuera la primera vez, los
hinchas bajan del bondi y se encaminan hacia la requisa policial. Ya se los dije una vez, hagan fila.
Yo hablo sólo dos veces, a la tercera me los llevo en el móvil, dice un
policía panzón que habla con la sh porteña. Pero al rato afloja: Ya es hora de que los manden al
descenso a estos. ¿Es de Estudiantes? No,
soy de Almirante Brown, el año que viene ascendemos nosotros.
A uno de los pibes le
retienen el encendedor. El resto ingresa sin problemas al estadio después de la
segunda requisa. Son los primeros en llegar. El partido es a las dos y media de
la tarde. Aunque Ángel Riquelme, el más grande del colectivo, de unos cincuenta
y cinco años, canas, pelo corto y correctamente vestido, se decide a llevar a
la virgencita para que los ayude en el ascenso. Pero la imagen de plástico se
queda con los hombres de azul.
Ya no falta nada. Y la
tribuna visitante empieza a llenarse. Raúl Antuña, una de las glorias
futbolísticas más recientes del club, está en la popular visitante, esta vez
vestido de hincha y vaticinando: La
tercera tiene que ser la vencida para Gimnasia (los dos años precedentes ganaron la
promoción ante Atlético Rafaela). Sale el Verdinegro a la cancha y estallan los
sanjuaninos. La popular todavía no está llena. Faltan nueve colectivos que se
quedaron en el control policial. Hay otros que viajaron en autos. El grito de
guerra: Vamos a volver es ensordecedor. El árbitro Baldassi
conversa en la mitad de cancha con el Mellizo Barros Schelotto y el arquero
verdinegro, Lucho Porjnick.
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La sorpresa. Recién van
dos minutos de juego y Penco la pica ante la salida del arquero Monetti. La
pelota viaja lenta a tocarse con la red. El nueve abre los brazos igual que
Tonelotto en el 2007. La postal se repite por segunda vez: lágrimas en la tribuna
visitante. Fredi González, que no tiene más de veinte años, llora y se abraza
con quien encuentra a su paso. En el piso que conecta con el escalón más alto
de la tribuna, un hombre de unos sesenta años se toma la cabeza, los ojos
húmedos, camina sin parar, va y viene nervioso por ese piso, será así durante
todo el partido. Silencio de tumba en las plateas y populares del Lobo. En los
colectivos que están varados en el control policial de la entrada a La Plata
hay una explosión. Todos saltan en los pasillos, se enteraron del gol por la
radio. El Verdinegro empieza a hacer suyo el Bosque.
Y los minutos pasan. Y
se va el primer periodo con la noticia de que diez minutos antes de que se cumpla
el tiempo reglamentario, los bondis que faltaban pudieron llegar hasta el
estadio. Uno de los hinchas sube las gradas y, agitado, cuenta que venían once
colectivos y uno se rompió. Por eso tuvieron que repartirse en el resto de los
vehículos. Después de la requisa policial pudieron seguir su camino.
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Empieza el segundo
tiempo. Antes del gol de Vizcarra sólo cantaba La Banda del Pueblo Viejo. Pero
el empate le puso un nudo en la garganta a los sanjuaninos. Algunos rezan de
rodillas, otros muerden la camiseta. Los demás cantan con furia. Alguien
recuerda: Estamos ascendiendo
a Primera, no paremos de cantar. Hay tensión. Insultos para Messera que no
quiere hacer el segundo gol verdinegro por su pasado en el Lobo. Este que no vuelva a San Juan,
dicen algunos. La pelota cae al área de San Martín buscando al Mellizo en la
última pelota de su carrera, pero rechaza la defensa. Y hay un silencio que
depara una explosión superior después. Desde la popular visitante se ve a
Baldassi, de espaldas, señalando el centro del campo de juego. El pitazo final
es estridente. Todos los hinchas de San Martín desbordan en lágrimas, como en
el 2007. Esta vez lejos de casa. Se abrazan entre desconocidos, miran al cielo
y agradecen, gritan hasta enloquecer. El hombre que caminaba por los pasillos
de la parte superior de la tribuna se abraza con Raúl Antuña. Los jugadores se
acercan a la tela. Emanuel Más no deja de llorar mientras mira a sus hinchas.
Los cánticos: El Verde se fue
de la B para nunca más volver. Un
hombre está sentado, solo, debajo de un paravalancha: Estoy muy emocionado, no lo puedo
creer, esto es más especial que el ascenso anterior. En San Juan yo sé que mi
hija está festejando, tiene dos años y yo sé que es de San Martín. Cerca de
él, un pibe de Chimbas está afirmado en otro paravalancha y no deja de llorar: Esto es para mi amigo, estoy seguro
que desde el cielo él nos ayudó, era fanático del Verdinegro y hoy ya no estuvo
en la tribuna con nosotros.
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Otro sanjuaninazo, tal
vez otra fundación. Y la inscripción de Somos
de Primera en la mirada de
todos. Desde los celulares, la confirmación: hay
fiesta en la plaza 25 en San Juan (adonde
el partido fue seguido en pantalla gigante, lo mismo que en el estadio Hilario
Sánchez). Gimnasia no deja que los jugadores verdinegros vuelvan al campo de
juego para festejar. Pero sale, emocionado, el presidente Miadosqui y canta
junto a los hinchas, cerca del alambrado en donde una señalización dice: prohibido subir y que ahora es la burla de los
sanjuaninos. Después de casi una hora de espera, los hinchas corren, compran
hamburguesas y suben a los colectivos. Decime
que sos de Estudiantes... Y el vendedor: Sí, les agradezco por esto, por fin
el Lobo se fue a la B.
Con decenas de autos y
motos de la policía que van de custodia, los 17 colectivos, una combi y varios
autos empiezan a salir de La Plata. Afuera hay camisetas de Estudiantes que
flamean. Los pinchas despiden con aplausos a los colectivos. Y empieza el viaje
con cánticos. El Verde se fue de la B, por segunda vez en su historia y dejó
muda a la opulencia platense. A la vuelta a San Juan espera la fiesta con los
jugadores que llegaron al aeropuerto a la misma hora que aparecieron los
colectivos, después de toda una noche de viaje. Y la caravana fue de dos
kilómetros. Y de las casas salían grandes y chicos con banderas y camisetas. En
la plaza Juan Jufré hasta los niños del Colegio San José, con permiso de sus
maestras, salieron a la vereda a cantar por el Verdinegro. En la cancha de San
Martín, una multitud firmó ese regreso a la gloria y apareció un nuevo cántico: Dale, dale ve, dale, dale ve / hoy
hay que alentar, para poder ganar / y en Primera nos vamos a quedar. El
canoso fanático, Angel Riquelme, lo dijo: No
dejaron ingresar a la Virgen, pero aún así no pudieron evitar este milagro.
Deliciosa vuelta a la elite. Las lágrimas fueron incontenibles, el sueño se
cumplió por segunda vez. San Juan es de Primera. Y esa celebración quedó como
eco para siempre en las retinas de los viajantes... y en el pasillo del Bondi
Línea A.
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