domingo, 26 de mayo de 2013

Infancia verdinegra

Yo te sigo desde pendejo…

El integrante más chico de La Banda del Pueblo Viejo tiene 3 años, se llama Joaquín y canta durante todo el partido detrás del paravalancha al que se trepa su padre desde hace muchos años. Mirá los videos. 
 


Texto: Pablo Zama 
Fotos y videos: Pablo Zama  

El cielo sanjuanino azota levemente en un otoño que amortigua con el aire del sur. En la Popular Norte del estadio Hilario Sánchez Rodríguez, los gritos nerviosos, los cánticos eufóricos y la esperanza por seguir en Primera de AFA es un cosquilleo especial que reactiva las ganas y calienta la sangre. Detrás del último paravalancha de la mitad de la popular, algo silencioso, Joaquín mira a su padre y a la Banda del Pueblo Viejo. De repente empieza a saltar y a cantar. Joaquín tiene sólo 3 años y se sabe las letras. Cuando la hinchada canta “yo te sigo desde pendejo, yo te quiero de verdad…”, la imagen de Joaco saltando es imperdible, ícono de lo que significa este San Martín, mensaje de lo que es el fútbol en las provincias del interior: una pasión sana. Es amor puro desde la infancia.
José Luis Pastén, el padre de Joaquín, dice que lo lleva a la cancha desde que era bebé y que en su casa practican las canciones de aliento al Verdinegro. José Luis es hincha de San Martín desde hace por lo menos 25 años (ahora tiene 36), jugó en la escuelita de fútbol del equipo de Concepción y desde hace mucho tiempo viaja a ver los partidos de visitante (a Rafaela, por el paro de colectivos de larga distancia, tuvo que irse en remis). Ahora su hijo se da el gusto de algo para lo que José esperó toda una vida: ver a esos colores en Primera División peleando con los mejores de la Argentina.  

Hay gol de San Martín, es el segundo ante el Bicho de La Paternal, partido clave por la permanencia, y José Luis grita, lo busca a Joaquín, lo alza, se abrazan. Joaquín mira sorprendido a todos en la popular, que celebran el gol con desmesura. Después vuelve a cantar junto al padre y es feliz. Su cara es alegre y sus ojos inocentes observan un acontecimiento del que seguramente será parte por el resto de su vida. El fútbol, la popular, las canciones tribuneras, la preocupación por un gol contrario, la locura por un gol a favor, los nervios en una final, la felicidad en un ascenso: todo eso marcará la vida de hincha de Joaquín, su amor puro a un camiseta. Es la pasión que no tiene edades, ni estratos sociales, sólo tiene dos colores: el verde y el negro para toda su existencia. “Yo te sigo desde pendejo”, canta mientras tira del trapo que está atado en el parapelotas, cruza toda la popular y pasa por el paravalanchas  en donde está subido su papá, que también lo sigue desde pendejo.

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