lunes, 4 de febrero de 2013

Recuerdo: El primer ascenso a Primera

Un tal Luis Tonelotto


El leiv motiv del gol agónico a Huracán en la final del dieciséis de junio de dos mil siete. “En San Juan soy feliz”, contaba. El hombre que, afuera del fútbol, tiene como hobby pescar, lee a García Márquez y disfruta de sus hijos. La imagen de su madre, fallecida, siempre presente en cada partido. Un hincha le dijo que le puso “Luis” a su bebé en agradecimiento por cumplirle el sueño. Tonegol, el apodo de un hombre que le arrancó las lágrimas a toda una provincia cuando llevó a San Martín a Primera.  

Texto: Pablo Zama
Fotos: Pablo Zama e Internet 
  
La cancha, el hervidero. Un escenario que recuerda a los remotos circos romanos. Gente abarrotada detrás de la tela de alambre, ojos nerviosos, mínimas sonrisas de expectativa y ansiedad. Un equipo de Cuyo juega frente a Huracán de Parque Patricios. No importa qué equipo es: para la Capital Federal el Globo está prácticamente de regreso en Primera División de AFA y la transmisión de TyC Sports ya prácticamente festeja ese suceso con relatos parciales. El césped, quemado por el invierno seco, es la alfombra imperfecta en donde se reflejan esas tenues sombras que corren con latidos apurados y aliento casi congelado por el invierno árido sanjuanino. Es junio y es sábado dieciséis. Es el año dos mil siete. En el estadio Tomás Adolfo Ducó San Martín había caído con gol de tiro libre de Mauro Milano, media semana atrás. En San Juan, el nerviosismo de la definición.  Veintisiete minutos del primer tiempo: Alejandro “Canito” Gómez desborda por la derecha, centro, mano de un rival. Penal para el Verdinegro. Las nubes espesas son testigos: Luis Francisco Tonelotto toma la bocha y apunta a la derecha de Leo Díaz. Explota el Hilario Sánchez. Pero muy poco antes de que termine el primer tiempo, Joaquín “El Bati” Larrivey bate a César Monasterio. Terminada la primera parte, Huracán ascendía.

Las nubes negras no llovían y en el segundo tiempo los hinchas se iban apagando como bombita de luz que titila cuando la tempestad se avecina: pasaban los minutos y por poco no empezaban a haber decesos por los nervios. El aire helado de invierno árido acuchillaba las ilusiones y algunos plateístas empezaban a retirarse. A los cuarenta y cuatro minutos: tiro libre para San Martín. Muchos de los que se iban vuelven. Sebastián Brusco hace honor a su apellido y a los cuarenta y seis estrella el remate en la red. Leo Díaz queda desvanecido. Próximo destino: ¿los penales? Los nervios de los hinchas locales y visitantes llegan a su punto máximo. El árbitro Daniel Giménez adiciona ocho minutos por los reiterados cortes que se produjeron en el partido. Y en el último minuto del tiempo agregado, a los cincuenta y tres del segundo tiempo, Matías García corre por el sector izquierdo y pone la última bocha sobre el área de Huracán: Paolo Goltz pifia en su pretendido rechazo y la pelota le queda a Luis Tonelotto, que gira, que le da con pierna derecha, que corre alocadamente y con lágrimas en los ojos mientras Díaz quiere morirse tirado en el césped. Explota San Juan. Ahora llueve, porque todo El Pueblo Viejo estalla en lágrimas. El sueño se cumple y el Verdinegro pisa la elite del fútbol argentino. Fiesta en Cuyo. Y además de una nota en un diario local, en una apostilla rubrico: “Las cuerdas vocales no querían más y el nerviosismo era grandísimo. No me acuerdo demasiado, pero entiendo que, pegado al alambrado de la Platea Este, vi elevarse a Tonelotto, y el rugido del estadio fue tremendo. Grité hasta destrozar la garganta. Me confundí con los demás hinchas. Y me encontré en la cancha delirando, abrazado con mi hermano, los dos con lágrimas en los ojos”. La felicidad tenía fecha, hora y un nombre: Luis Tonelotto.

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Pasó esa temporada con San Martín en Primera y me encontré varias veces con Luis Tonelotto entre notas y saludos, inclusive al día siguiente de que su pie derecho pusiera el dos a cero ante Independiente y en su departamento, en familia, se colocaba la camiseta al revés para que en la foto saliera el número nueve que siempre llevó como sello. Pero en mi calidad de periodista e hincha fanático pude recién tener la chance de estar a solas en un verdadero mano a mano con Tonegol cuando volvió a formar parte del plantel en el dos mil nueve, tras una temporada de ausencia.          

Más allá que el delantero que más aprecia la popular verdinegra repetía que no le gusta “vivir del recuerdo”, quedaba, sin embargo, en la memoria de los hinchas el estallido y la locura efímera de aquel sábado dieciséis de junio de dos mil siete. Quedaba el instante sagrado para los hinchas de San Martín en ese minuto cincuenta y tres de la segunda etapa. El recuerdo de uno de los goles más felices de su vida, cuando  salió corriendo hacia el banco de suplentes gritando y llorando, mientras los hinchas también se deshacían en alaridos y lágrimas, invadiendo el campo de juego. Un flash, una foto que quedó patente en las retinas de los simpatizantes verdinegros.



Pero en ese mano a mano Tonegol dejaba al descubierto que hay otra historia, otra faceta detrás de la de goleador, y es la del hombre común que tiene su familia y los recuerdos de la niñez a dos cuadras del club de sus amores: Gimnasia y Esgrima de Concepción del Uruguay (adonde soñaba con terminar su carrera como futbolista, porque se declara hincha fanático, y que consiguió cumplirlo el año pasado), en Entre Ríos. Sus lecturas, en los ratos libres, de García Márquez. La felicidad que le da ver jugar a sus hijos: Lucas y Renata (nació al día siguiente del gol de la victoria de Luis a Estudiantes en San Juan).

Pero con toda esa historia personal detrás, Tonelotto se acercaba, sin embargo, al micrófono del periodista y aclaraba: “En San Juan y en San Martín soy feliz”. Entonces seguían los flashes del ascenso y su vida detrás de la redonda: durante los festejos levantaba la mano derecha y con el dedo índice señalaba al cielo, en agradecimiento a su madre, que se fue en otra tarde de fútbol cuando él vestía la camiseta de Almagro y estaba por salir a la cancha para jugar frente a Instituto de Córdoba. Era su agradecimiento acostumbrado en las glorias más populares de su profesión (con varios ascensos a sus espaldas), pero también más íntimas, cómo él solo pudo sentirlo.

Y otro momento: en los vestuarios, Tonelotto casi en paños menores tras el festejo, abrazando al presidente verdinegro Jorge Miadosqui al grito de “¡Gracias Jorge, muchas gracias por todo esto!”. En aquel momento, la leyenda se iniciaba.

Más tarde, en el regreso del dos mil nueve el “Pilo” iba a decir: “La primera sensación cuando llego a San Juan es de felicidad porque el hincha me hace recordar ese buen momento que pasamos en el ascenso”.  Y hay imágenes que un nueve nunca va a olvidar, aunque el tiempo quiera seleccionar retazos de recuerdo: el clásico grito de la Popular Norte, que temblaba repleta, con ocho mil fanáticos en sus gradas al ritmo de “Tonelooo, Tonelooo…” Gritos que formaron parte de la acústica fundamental del paso de San Martín por primera vez en el círculo mayor de AFA en esa etapa, cuando los hinchas hacían filas interminables para entrar a ver a su equipo que había llegado a lo máximo. Y en todo este contexto para siempre, el romance que existe entre los hinchas de San Martín y Tonelotto llama la atención de los escépticos y levanta la mirada de los que jamás formaron parte de una hinchada. Luis no se cansa de contar una anécdota especial: “Algo que me asombró muchísimo fue cuando salí del hotel para venir a entrenar y un hombre de unos treinta y cinco años me mostró un bebé, me mostraba el DNI también, para decirme que le puso de nombre ‘Luis’ por mí, por tener la suerte de empujar la pelota acá en el ascenso. Creo que esas cosas uno no las consigue con nada, no hay dinero, no hay nada para conseguir eso”. También hay otra anécdota que Tonelotto contó en el dos mil siete: “Hace poco se me cruzó un auto por adelante. Yo iba en mi auto y creí que me iban a robar, me asusté. Pero era un hincha que quería que le firme un autógrafo”.

En la fecha número treinta y seis de la temporada dos mil ocho / dos mil nueve de la Primera B Nacional, San Martín recibía a Independiente Rivadavia de Mendoza. Ese día, el hombre que guarda como tesoro una camiseta de Luis Figo (se la cambió cuando enfrentó al Real Madrid cuando él era delantero del Murcia) entró a la cancha como rival del Verdinegro y la hinchada local lo ovacionó. En el segundo tiempo, el técnico Fernando “Teté” Quiroz (ex DT del ascenso del club de Concepción) hizo un cambio, sacó a Tonegol y el clásico cantito que choca en el paladar saliendo desde el alma de los verdinegros brotaba de nuevo para que “Tonelooo” vuele por el aire de Concepción una vez más. El nueve que le marcó goles a San Lorenzo, Argentinos Juniors, Independiente, Estudiantes, Vélez, Rosario Central con la camiseta de San Martín se eternizaba.

-Se te vio muy contento con el recibimiento de la gente cuando viniste a jugar con Independiente de Mendoza, ¿en ese momento qué te pasó?

Me entró un cosquilleo en todo el cuerpo. Uno ya esperaba eso del hincha, porque sé que es agradecido. Pero que te lo demuestre en el hotel, antes de llegar a la cancha, fue muy bueno. Y después que te lo demuestre en el partido para mí es especial.

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“En San Juan en el día a día, soy feliz cuando entreno, cuando voy a la cancha”, sabía decir Tonegol. “Lo cotidiano es el cariño de la gente en la calle y que mi familia vive feliz y tranquila. Mis hijos en San Juan pueden ir al colegio con tranquilidad. Después, sin ninguna duda, es importante la juntada con amigos, con mi familia, después de un partido. Esas cosas las extrañé y no las he tenido ni cuando estuve en Buenos Aires ni cuando estuve en Europa o en Mendoza”.

-Personalmente, fuera del fútbol, ¿qué te gusta hacer?

Me dedico mucho a mis hijos. Que los chicos salgan a andar en bicicleta y poder verlos disfrutar en el parque es importante. Después, me sigue gustando leer. Creo que para un jugador es básico leer, porque toda la presión del fútbol te la sacás con un libro.

-¿Qué leés?

Me gusta mucho García Márquez, sobre todo si son relatos verídicos.

-¿Qué significa Concepción del Uruguay?   

Concepción del Uruguay es mi casa, está mi familia, mis hermanos. Allá hago lo que más me gusta: pescar. Creo que pescar es lo que más disfruto, lo que me aísla totalmente del fútbol y es la pila que me cargo para empezar el campeonato.

-¿La gente de Entre Ríos siguió siempre tu carrera a la distancia?

Sí, eso pasó siempre: me seguían y me estaban esperando a la vuelta. Ellos sabían que siempre iba a mi casa. Lo que pasa es que yo de Concepción del Uruguay me había ido a los quince años. Pero cada seis meses volvía. La gente ahí me tiene mucho respeto y en Gimnasia de Entre Ríos siempre tuve las puertas abiertas para terminar mi carrera.

-¿Además de las dedicatorias en los goles señalando al cielo, también pensás en tu mamá cuando tomás decisiones importantes en el fútbol?

Sí, mi madre me ha acompañado en los últimos siete años. Siempre me ha guiado y me va a seguir guiando. Yo no tengo ninguna duda que las decisiones que tomo son compartidas con ella y hasta ahora no me he equivocado y ojalá que siga sin equivocarme.

Aquella vez, antes de retirarse en su auto, Tonelotto destacaba que no se siente un ídolo del club sino un hombre querido y respetado. Y cerraba ante la recurrente pregunta sobre el gol del ascenso: “Es una imagen que más que nada me la hacen recordar. Yo la intento ya dejar en el pasado, porque es pasado. Pero fue muy lindo lo que viví ese día”.  

La imagen de Luis Tonelotto deshaciendo su garganta tras la media vuelta en el área chica ante el pifie de Paolo Goltz, y el posterior estallido de la bocha en la red, es un cuadro que perdura y se respira en el Hilario Sánchez Rodríguez para siempre. El Pilo pudo retirarse del fútbol jugando en el Torneo Argentino A con la camiseta del Lobo entrerriano y actualmente es parte de la dupla técnica que conduce al plantel. Pero en El Pueblo Viejo siempre habrá un rincón en el eco del ascenso del dos mil siete que perdura en los corazones de los hinchas en los que vive un nombre: Luis Francisco Tonelotto.  

1 comentario:

  1. Luís, lo qe viví ese 16/06/07, fue lo mejor qe le pasó a mi vida! Canté, me enojé, reí, putié y lo mejor de todo, lloré de felicidad. Algo qe jamas en la vida me había pasado, pero con San Martín, lo viví y sentí así. Recuerdo todo como si fuera ayer. Muchas veces cuando sueño, sueño el Ascenso, las caras, el lío de la gente! Tengo una anécdota qe siempre la cuento, qe la recuerdo y me llena de orgullo acordarme!

    Luís, nunca tuve la suerte de conocerte, pero se qe alguna vez voy hacerlo!
    No hay forma de agradecerte lo qe hiciste ese día y año para mi vida! FUE LO MEJOR..

    INFINITAMENTE GRACIAS LUÍS!

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